EN UNA GALAXIA MUY MUY LEJANA
Enfocarse en lo que importa
Ayer, en la mañana, me sorprendí pensando en lo complicado que puede ser vivir enfocado.
Muchas veces atravesamos circunstancias difíciles: una mala decisión en los negocios, un error en las emociones, un tropiezo en las relaciones o un fallo en el trabajo.
Y así, de repente, nos damos cuenta de que todo aquello en lo que pusimos tiempo, esfuerzo y energía no está dando el fruto que esperábamos.
Nadie está libre de eso. La vida, de cuando en cuando, nos presenta situaciones que parecen diseñadas para ponernos a prueba. Y mientras más crecemos, mientras más responsabilidades asumimos, más difícil se vuelve mantener la concentración en lo verdaderamente importante.
Mientras más responsabilidades cargas, más difícil es encontrar el punto de equilibrio. Esa mañana yo buscaba desesperadamente una salida.
Me repetía: ¿Qué camino tomar? ¿Qué decisión revertirá esto?
Pero cada idea que probaba en mi cabeza terminaba igual, un callejón sin salida.
Serví otro café. La radio que estoy programando sonaba de fondo. Nada parecía romper la nube espesa en la que estaba atrapado.
Hasta que tocó llevar a Nicolás a la escuela.
Nico, como siempre, empezó a planear su día: quién lo recogería, si iría al parque, a su terapia, a alguna clase nueva, o si se quedaría en casa para hacer tareas. Es un niño que siempre organiza mentalmente su agenda.
Pero esta vez me sorprendió.
Primero, comenzó a hablarme de los países de Sudamérica. Yo pensé que no los conocía todos, pero me di cuenta de que sí.
Después, dio un salto de tema y empezó a hablarme de los planetas.
—Es increíble el universo —me dijo—. Por eso te gusta Star Wars, ¿no, papi? Por eso existe Buzz Lightyear.
Me dejó desconcertado y sonriente a la vez.
Le conté que, cuando era niño, soñaba con viajar por el espacio en una nave sideral, navegar entre estrellas, descubrir nuevos planetas y hacer amigos en lugares lejanos. Él se entusiasmó e imaginó conmigo cómo sería estar tan lejos de casa, a millones de kilómetros.
Seguimos hablando todo el camino sobre estrellas, galaxias y planetas.
Y cuando lo dejé en la escuela, me di cuenta de algo: ya no estaba pensando en mis problemas.
Ni en lo complicado que es la vida, ni en lo cerrados que parecían los caminos esa mañana.
A veces vivimos como en un universo paralelo, oscuro y opresivo, como el “Upside Down” de Stranger Things. Cuando aparecen los problemas, parece que pasamos a otra dimensión donde todo se vuelve gris y sentimos que, en cualquier momento, un monstruo —el Demogorgon o Vecna— va a irrumpir para destruirlo todo. Vivimos con miedo.
Pero tal vez no se trata siempre de enfocarse en resolver problemas… sino en vivir.
Un café caliente, buena música (pon NAITIN FM si quieres compañía), una caminata bajo la llovizna sintiendo las gotas en el rostro, la risa de tus hijos…
Mira lo que tienes.
No te quedes atrapado en lo que perdiste ni en lo que podrías perder.
Porque, como decía un viejo sabio:
Si tiene solución, ¿por qué te preocupas?
Y si no tiene solución, ¿por qué te preocupas?
Comentarios
Publicar un comentario